miércoles, 18 de mayo de 2011

Mujeres y porro

-Disculpame, ¿no?, pero éste cuento, ¿no te lo publicó una editorial de Buenos Aires? -Preguntó el Alter Ego.
-Mirá, creo que sí, ¿y?
-No, digo… vos que vivís en un mundo material -observó, haciéndose el canchero-, ¿no tenés miedo que te cobren algo, una multa, o qué sé yo? Ellos se pusieron con los derechos…
-¡Ah, pero éste es más boludo que el agua de los fideos! -Dijo Fernando, tan afecto a locuciones vetustas. La cosa es que nos reímos hasta el paroxismo, ante la expresión de disgusto del Alter Ego versión institucional.
-Tenés razón -ironicé-, mirá si se enteran que están perdiendo un montón de guita… -las carcajadas arreciaron nuevamente. Fernando empezó a cantar:
Ugh mamá papa ughmamá papa hug papahugmamá
mientras bailaba. Era la intro de La rubia tarada, de Sumo. Me sumé al baile y terminé cantando las melodías altas a los gritos pelados, como Luca. El Alter Ego ponía cara de superado, onda qué boludos que son, en tanto que yo sentía que por fin la cosa se iba poniendo divertida.
Me serví otro Campari al tiempo que decía:
-Sabés qué pasa, la literatura, y te diría más, las obras de arte en general, no son rabanitos, ni sacos de Armani, ni tuercas, ni preservativos, esas cosas que se pueden andar vendiendo y regateando. La creación del espíritu es lícita cuando se entrega desinteresadamente. Es inalienable, por lo menos desde la creación. Si pretendés hacer arte pensando en los dividendos que te va a traer, solamente harás un sucedáneo, un bello envoltorio vacío. Aunque vos no seas capaz de captarlo, te aseguro que ese pecado original se nota, y produce en las almas dignas una revulsión tan inmediata como legítima.
Ugh mamá papa ughmamá papa hug papahugmamá
Empezó de nuevo el negro, y esta vez advertí que el palo venía para mi gallinero, y bien merecido que lo tenía. No obstante me sumé nuevamente al tribal danzante. Parece que había adoptado ese ejercicio cuando meábamos afuera del tarro y comenzaba a aburrirse. Era una especie de tester de pavada.
-Si van a bailar, por lo menos traigan mujeres… -observó el Alter Ego.
Fernando interrumpió sus movimientos rítmicos de golpe y le preguntó:
-Así que para vos el baile es simplemente un ritual de apareamiento, ¿no?
-Bueno, es la primera escena del drama total, me parece.
-Pobre gente, esta. Tantas canas para no haber aprendido nada -Comentó el negro, meneando la cabeza con aire de desazón.
-Callate, negro, -dije- que me parece que al boludo éste lo inventé yo…
-¿Se pueden dejar de hablar como si el boludo no estuviera?
-Tiene razón el negro, hermano, apestás. Pero bueno, por ahí es cierto que es hora de incorporar mujeres por acá. Vamos a ver la historia que viene -anuncié, mientras abría la cajita metálica de Panther y comenzaba a armar un porro. Si íbamos a hablar de mujeres, más valía relajarse.