domingo, 21 de agosto de 2011

SOLDADO DE VIDELA IV - SOUVENIR DEL INFIERNO


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Abrí un libro de Jacques Prévert y cayó una hoja. Estaba escrita con mi letra. Era muy loco, porque la única vez que leí ese libro -o mejor dicho, intenté leer- fue en un puesto de guardia del Batallón, allá por finales de los setenta. Lo recuerdo muy bien, por el hecho de habérseme ocurrido bucear en la poesía del franchute en un entorno semejante, y por haberme reprochado en tal sentido “¡Qué boludo que sos, mirá lo que te venís a traer para leer acá! ¿No hubiera sido mejor algo del viejo puto de Borges, aunque sea?” Bueno, la cosa es que debo haber escrito eso entonces, al no conseguir transmutar mi bajón castrense en lírica gala. Nunca más, por supuesto había vuelto a abrirlo, y jamás lo hubiera hecho si no fuera porque mi amigo Lucas dijo que lo estaba leyendo y le gustaba.
Así las cosas, les comparto este texto cuya producción no recuerdo, pero cuyo origen se vio circunscripto a aquella única y deprimente oportunidad:

SIGILO

Camino con pasos suaves; apretarlos o enfatizarlos suele producirme esguinces en la glándula pineal, y mi conexión con los mundos superiores se enrarece y hasta se interrumpe a veces. Tanteo, preferentemente sobre hierba o barro, luego piso quedamente, tratando de absorber la humedad del humus y elevarla como savia hacia mis vísceras más críticas, que desesperan de las áridas sequías en ciernes, sobre todo ahora, que estoy siendo monitoreado por miríadas de cables; yo, como todos, en especial los que marcamos el paso:
¡IZQUÉRDA DOS, TRES, CUATRO!
¡IZQUÉRDA DOS, TRES, CUATRO!
¡AL-TÓ! ¡VISTA AL FRENNN-TÉK!
Piso suavemente los suelos de mi Patria, en rigor la Patria de mis Padres (Pater) (Patrón) y hago bien en ser cauto, incluso melindroso, ya que prefiero no ser tan ostensible en los monitores, me siento acechado por el águila guerrera que alta en el cielo se eleva audaz en triunfal vuelo*, qué cosa, ¿no?

Las formas
desde su exasperante fluidez
claman por desconectar vínculos
y es vano su clamor
pero allí está
ya que si bien no hay conexión posible
nos afanamos
y ni siquiera el ocioso clamor
nos disuade
nos afanamos
¡y qué dulces son las formas
y los ilusorios triunfos
que sobre ellas creemos obtener!
¡y las lisonjas,
en un cosmos tan inestable!
(el mínimo mohín de entendimiento
solidifica peldaños superadores
de una crasa humanidad
pero al mismo tiempo
sacude los sensores,
así que hijos míos:
evolucionad, sí,
pero sigilosamente)

* Paráfrasis de Aurora, canción patria Argentina.